Por: Iván Padilla Bravo | Martes, 05/03/2013 09:51 PM
El amor no se decreta, pero nuestro líder, el comandante Hugo Chávez, nos ha enseñado a construirlo. Es eso lo que se ha logrado hasta el presente como mayor emblema en esta Revolución Bolivariana.
Con amor combatimos, con amor vivimos, con amor compartimos nuestras alegrías y también nuestras tristezas.
En estas fechas, fortalecer de amor todas las trincheras es no detenerse nunca, es seguir y vencer. Por eso, hoy, fortalecer de amor las trincheras es un imperativo. Eso significa, mantener la unidad y la disciplina de las y los patriotas, para no dejarnos arrebatar las conquistas, para continuar enfrentando al imperialismo y todas sus formas de ataque que no siempre son materiales y militares sino que, en este caso, apuntan al terror psicológico y al debilitamiento de las conciencias.
La lucha de las y los revolucionarios está colocada a prueba en este instante, de una manera determinante. El enemigo imperial y los apátridas y contrarrevolucionarios que aún permanecen en Venezuela como agentes del ataque y del cumplimiento de los guiones destructivos elaborados desde los Estados Unidos en el Pentágono, en la CIA y en el Departamento de Estado, están desesperados y desplegados, en la creencia de que podrán recuperar el poder político en Venezuela y frenar y obligar a devolver a la Revolución Bolivariana.
Nuestra tarea en esta coyuntura es fortalecer de amor las trincheras, sin descuidar el combate. Porque amor no es apendejamiento, no es bajar la guardia, no es conciliar, no es dejarse arrinconar. Fortalecer de amor las trincheras es crecer en la unidad y en el compromiso disciplinado de no actuar por cuenta propia, sino bajo los mandos políticos y militares de nuestra Revolución, en la que tenemos claro que la defensa de la Patria es responsabilidad de todas y todos los patriotas, tal como lo es -y lo decíamos en un artículo anterior- también la responsabilidad de comunicar, de manera oportuna y veraz.
Alertas en el fortalecimiento de amor de todas nuestras trincheras, porque ello se debe entender como fortalecimiento en nuestras convicciones, disposición, movilización y compromiso. Que nadie baje la guardia, que nadie abandone la pelea, como le gustó siempre decir a nuestro querido Alí Primera. En el combate: ¡Unidad del pueblo!, ¡Unidad!, ¡Unidad! ¡Y más Unidad!
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